El mundo parece hacerse más pequeño cada año, ya que las comunicaciones internacionales y la economía global están cada vez más conectadas y son más complejas. Aunque esta tendencia tiene muchos beneficios en términos de expansión del mercado, intercambio de información y comercio, también tiene sus peligros. Si bien la mayoría de los visitantes internacionales son personas respetuosas con la ley que entran en el país con fines legítimos de trabajo, comercio, estudio y diplomacia, siempre existe la posibilidad de que un cierto porcentaje de visitantes llegue con fines menos benévolos, que van desde empresas delictivas como el tráfico de drogas o de personas hasta amenazas como el espionaje, o incluso el extremismo violento. Las naciones de todo el mundo siguen luchando por encontrar un equilibrio adecuado en sus políticas internacionales que fomente la buena voluntad y la diplomacia al tiempo que proteja sus fronteras, recursos y ciudadanos. Del mismo modo, el sector privado recurre a la IA para investigar a sus empleados con el fin de descartar posibles amenazas. Afortunadamente, en este proceso, la Inteligencia Artificial puede demostrar resultados inmediatos y ser increíblemente útil.
La tecnología de la IA puede aportar un paso fundamental en la prevención de la entrada de influencias destructivas en el país, complementando el proceso de investigación de visados con algoritmos que filtran múltiples bases de datos, plataformas de redes sociales y fuentes de la web profunda u oscura para detectar conexiones, patrones e incoherencias que puedan indicar una amenaza. Esta tecnología analiza cantidades masivas de datos no estructurados, potencialmente procedentes de miles de fuentes, con el fin de identificar vínculos con determinadas actividades, grupos y naciones. Aunque estos vínculos no son necesariamente una prueba de actividades o intenciones nefastas, factores como los vínculos con países conocidos por ser actores hostiles o las afiliaciones con grupos extremistas son sin duda dignos de ser identificados para una investigación más profunda. Según su aplicación, este tipo de IA puede buscar indicadores como viajes internacionales sospechosos, vínculos con la propaganda y la desinformación, patrones de gasto inusuales y otros tipos de datos que podrían indicar comportamientos o intenciones potencialmente ilegales o perjudiciales.
Los sistemas de IA no solo pueden reconocer y cotejar imágenes de las personas investigadas con imágenes de millones de fuentes de Internet, sino que también pueden identificar y analizar elementos específicos dentro de esas imágenes que podrían ofrecer un contexto significativo, como texto, marcas geográficas, simbolismos identificativos, armas u objetos ilegales, u otros elementos que podrían indicar una amenaza o un problema. Incluso se han creado algunos sistemas de IA que analizan los patrones de voz y las expresiones faciales para detectar posibles engaños o actitudes furtivas durante las entrevistas.
Muchos sistemas de IA también tienen la capacidad de traducir datos de cientos de idiomas diferentes para cubrir un espectro más completo de posibles fuentes de información. Esto permite a los investigadores tener acceso a la información pertinente de la mayoría de las poblaciones lingüísticas del planeta, para que no les tome desprevenidos un posible problema simplemente por la barrera del idioma.
Aunque los gobiernos tienen una necesidad obvia de este tipo de tecnología, esta forma de IA también ofrece beneficios para las empresas privadas que están pensando en contratar nuevos empleados, ya sean de origen nacional o internacional. Las organizaciones del sector privado tienen mucho que perder si contratan a personal que podría suponer una amenaza para su propiedad intelectual, sus finanzas o su reputación. Por eso, cada vez más empresas recurren a la IA para revisar a los candidatos. Ahora, son capaces de obtener una visión mucho más profunda de quiénes son exactamente las personas que incorporan a la empresa, y de detener los posibles problemas antes de que se produzcan.